martes, 22 de noviembre de 2011

Plasticidad Mental - Primera parte

Somos afectados constantemente por estímulos externos o internos que producen fenómenos psicofisiológicos en nosotros, se altera nuestra atención, se generan conductas de respuesta, se activan redes asociativas de la memoria, se generan expresiones faciales, se tensan o relajan los músculos, se activa el sistema nervioso autónomo  y el sistema endócrino, y de esta manera describimos a lo que llamamos emociones.

Aquellos que se dejan vencer por los problemas de la vida y permiten que el veneno penetre en sus mentes esparciendo el cáncer de la angustia, el miedo, la culpa y de todo tipo de emociones perjudiciales para la salud, están otorgándole el poder al pensamiento negativo y viviendo de esa corriente oscura, escudándose en el hecho de que las cosas son así y de que no hay salida. Seguramente son aquellas personas las que no estén a la corriente de la gran plasticidad mental que poseemos para enfrentar dichos sucesos, de las capacidades de adaptación que se renuevan constantemente, somos capaces de detectar el agente estresor, estudiarlo y hacernos inmunes a él. No digo que sea una tarea fácil ni que todos tengamos la misma plasticidad psíquica ni las mismas capacidades, pero todos aprendemos más o menos de la misma manera, de la prueba y el error, y el que posee mayor conocimiento en un tema es aquel que experimentó más con ese hecho, haciéndose especialista en él. 


Un experimentado no lleva el cáncer de las emociones negativas, no invaden su mente generándole un bloqueo, él puede convivir con los agentes estresores y tiene las habilidades para no ser influido por ellos, se encuentra entrenado en ese terreno, y además ya adoptó un modelo de comportamiento ante las nuevas adversidades lo cual le permiten la detección inmediata del problema y su posterior enfrentamiento.


Una de las principales cuestiones a tener en cuenta es el desafío o enfrentamiento, ya que es el motor de todo este proceso. El agente estresor querrá dejarnos en Jaque Mate, pero como en todo juego de ajedrez siempre son dos los que juegan, es uno mismo el que debe aportar su juego con el objetivo de derrotar al adversario. De esta manera entramos en conflicto con las emociones negativas, y debemos realizar un doble esfuerzo para poder conseguir el objetivo, esta es la etapa más difícil ya que la doble carga nos hace creer que estamos siendo avasallados por el problema, sin embargo, es este momento en el que más debemos resistir y siguir luchando ya que próxima a llegar está la experiencia que nos dará una gran mano, el problema restará importancia y adoptaremos un nuevo modelo de comportamiento con mayores capacidades.
 

Sobrevivir a la locura de estar cuerdos todo el día


Un laberinto en la mente evoca al juego de los pensamientos mágicos, aquellos que solo llevan a la distracción y al goce eterno, a sentirse bien con uno mismo buscando las respuestas existenciales de la vida y a la vez alejándonos del dolor de los deseos mundanos que coexisten en ella. Perdidos en los pasillos infinitos de la soledad, siguiendo solo a la intuición y al pensamiento placentero que son capaces de conducirnos a la resolución de aquel acertijo, de aquel viaje divino lleno de cambios, metamorfosis y evolución. Solo así podremos sobrevivir a la locura de estar cuerdos todo el día.