Un laberinto en la mente evoca al juego de los pensamientos mágicos, aquellos que solo llevan a la distracción y al goce eterno, a sentirse bien con uno mismo buscando las respuestas existenciales de la vida y a la vez alejándonos del dolor de los deseos mundanos que coexisten en ella. Perdidos en los pasillos infinitos de la soledad, siguiendo solo a la intuición y al pensamiento placentero que son capaces de conducirnos a la resolución de aquel acertijo, de aquel viaje divino lleno de cambios, metamorfosis y evolución. Solo así podremos sobrevivir a la locura de estar cuerdos todo el día.
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